Alaska, puente histórico: Trump y Putin se reúnen en el ‘guardián del Norte

El próximo viernes 15 de agosto de 2025, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladímir Putin, protagonizarán la primera cumbre presencial entre ambos desde 2019, en Anchorage, Alaska. El encuentro marcará el primer diálogo bilateral del mandatario estadounidense desde su reelección en 2024 .
La elección de Alaska como sede no es casual. Históricamente parte del Imperio ruso hasta su venta a EE.UU. en 1867 por unos 7,2 millones de dólares (equivalentes a unos 156 millones hoy), este estado mantiene restos visibles de su pasado ruso, como iglesias ortodoxas activas en unas 80 comunidades y tradiciones culturales como el uso del calendario juliano para celebrar la Navidad el 7 de enero. Además, los pueblos indígenas yupik y chukchi siguen compartiendo vínculos familiares y comerciales con poblaciones del lado ruso del estrecho de Bering.
Su proximidad geográfica lo convierte en el territorio continental estadounidense más cercano a Rusia: apenas 88 km los separan, y en áreas del estrecho de Bering, islas enfrentadas están a solo 3.8 km de distancia. Esta cercanía, junto con su papel estratégico durante la Guerra Fría como base militar clave —identificada como la “cortina de hielo” por Gorbachev— ha consolidado su rol en la defensa del Ártico y como sede de sistemas de radar conjuntos para vigilar posibles amenazas.
Hoy, Alaska emerge como paso clave hacia el Ártico, vital para el tránsito marítimo de Asia a Europa debido al deshielo creciente y al uso de la Ruta del Mar del Norte. Además, posee recursos estratégicos: se estima que contiene 3 400 millones de barriles de crudo, enormes reservas de gas natural y minerales esenciales para la industria moderna.
La cumbre se realizará en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson, una instalación militar de gran protección, adecuada para un encuentro de alto nivel enfrentado a tensiones globales. Ante la ausencia de un acuerdo de tregua en Ucrania, Trump la ha presentado como una “escucha activa” con la esperanza de avanzar hacia un alto al fuego.
Este encuentro ha generado preocupación internacional, ya que Putin no podrá viajar a Europa debido a una orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional (CPI), cuya jurisdicción EE.UU. no reconoce —lo que ha permitido que esta reunión se lleve a cabo sin implicaciones legales. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, advirtió sobre intentos de manipulación por parte de Rusia para condicionar a Estados Unidos y Alemania en contra de la participación ucraniana, rechazando cualquier negociación que excluya su voz.
Medios internacionales, como El País, destacan cómo esta cumbre se inserta en un marco simbólico de reconciliación histórica: Alaska, antigua colonia rusa, ahora escenario de diplomacia entre dos potencias. Algunas figuras del nacionalismo ruso han celebrado la elección como una oportunidad simbólica de proyectar influencia y revivir una conexión perdida. Sin embargo, editorialistas advierten que esta reunión podría socavar la coordinación occidental en defensa de la soberanía de Ucrania, si se abren espacios a concesiones territoriales sin Kiev presente.





