
(Basada en hechos reales – México, 1982)
Durante los años 80, en un pequeño pueblo del estado de Veracruz, una familia compuesta por un matrimonio joven, Laura y Eduardo, y su hija de seis años, Camila, se mudó a una antigua casona que había sido abandonada por más de una década. La consiguieron por un precio irrisorio. Nadie les explicó por qué la casa estaba tan barata, pero ellos pensaron que era su oportunidad de comenzar una nueva vida.
Desde el primer día, Laura notó algo extraño. Mientras limpiaba el polvo del segundo piso, juró escuchar a alguien susurrar su nombre. Pensó que era su imaginación. Pero esa noche, mientras cenaban, Camila se quedó mirando fijamente hacia la escalera y dijo:
—Mamá, ¿por qué hay un hombre parado ahí?
No había nadie.
Las semanas pasaron y las cosas empeoraron. Objetos se movían solos. Las luces parpadeaban a pesar de tener instalación nueva. Y siempre, siempre, justo a las 3:33 a.m., se escuchaban pasos en el techo, como si alguien caminara de un lado al otro.
Una madrugada, Eduardo despertó y no encontró a Laura en la cama. La buscó por toda la casa hasta que la halló parada en el pasillo, frente al espejo antiguo del comedor. Tenía los ojos abiertos pero estaba como en trance, repitiendo en voz baja:
— «No son uno. Son muchos. No son uno. Son muchos.»
La llevaron a un curandero del pueblo, quien al escuchar la dirección de la casa se negó a ayudarlos. Les dijo que en ese lugar, hace años, un hombre había asesin4do a su familia y luego se quitó la vid4 en el sótano. Nadie lo encontró por semanas. Cuando la policía entró, descubrieron símbolos extraños escritos en las paredes, en un idioma que nadie pudo identificar.
Camila comenzó a tener pesadillas constantes. Gritaba en la noche diciendo que «los de abajo» querían llevársela. Una noche desapareció de su habitación. Eduardo y Laura la buscaron desesperadamente, hasta que oyeron un golpe seco que venía del sótano. Allí, entre telarañas y oscuridad, la encontraron parada, descalza, con la mirada vacía y susurrando en una voz que no era la suya:
— «Él está despierto ahora.»
Después de eso, huyeron de la casa. La propiedad fue sellada por las autoridades tras nuevos reportes de ruidos extraños, incluso estando deshabitada.
Hasta el día de hoy, la casa sigue vacía. Nadie la ha podido vender. Los vecinos afirman que, por las noches, se oyen susurros saliendo desde el sótano… y a veces, se ve una niña de vestido blanco parada en la ventana del segundo piso.