Historias de Terror

Mi historia de terror… Soy un ex militar, actualmente me dedico a la seguridad privada. Mi jefe es un empresario que vive en San Pedro, en Nuevo León.
Bueno, fue en Zacatecas donde viví la experiencia que me haría causar baja del ejército.
Nos mandaron a la sierra, que está detrás del Cerro de la Bufa, estábamos más o menos a la mitad, entre el cerro y la carretera Morelos – Cosio.
Nos habían enviado a interceptar a un convoy armado de la gente de Jalisco, lo que nosotros no sabíamos era que los de Sinaloa también estaban en la sierra, esperando a ese mismo convoy.
Así que a la mera hora se armó tremenda balacera, muchos muertos, solo una camioneta de todo el convoy pudo salir de ahí, cayeron todos los de Sinaloa, y del ejército nada más quedé yo.
Fue de pura suerte, el que me estaba tirando no contó bien sus balas y fue por eso que pude matarlo, para ese momento los de Jalisco ya se habían escapado.
Todo esto ocurrió a las 2 de la mañana. Así que ahí estaba yo, completamente solo, en medio de la sierra, a mitad de la madrugada y rodeado de cadáveres.
Sin más qué hacer, empecé a caminar. no pasaron ni 5 minutos cuando empecé a escuchar ruidos, muchos ruidos que no tendrían por qué sonar a mitad de la sierra.
Podía oír pasos, era un andar tranquilo, me parece que era de mujer porque sonaban como tacones, pero el ruido era el que hace un zapato de tacón al moverse por vitropiso.
También se escuchaban como si varios espejos se estuvieran quebrando. el sonido, aunque sonaba a la distancia, tenía mucha nitidez
Recuerdo que al mismo tiempo se escuchaban risas, no carcajadas ni nada escandaloso, más bien sonaba como las risas que hay en una charla entre personas.
Y a pesar de que ninguno de esos ruidos parecía representar alguna amenaza, yo sentía miedo, no podía correr, ni tampoco podía acelerar el paso, porque durante el enfrentamiento, con tal de evitar ser alcanzado por una ráfaga de balas, me había movido de forma brusca hacia unas rocas y una de mis piernas golpeó contra una piedra con filo.
Por supuesto que yo quería correr, pero no quería caerme y lastimarme más, así que simplemente seguí caminando al mismo ritmo.
De pronto alguien me llamó por mi nombre. Eso me hizo detenerme de inmediato, no debería haber nadie ahí, así que no era posible que alguien me estuviera hablando.
Me volvieron a llamar por mi nombre, era la voz de una mujer. no me atreví a voltear, simplemente giré un poco la cabeza y al ver de reojo noté que a escasos 3 metros detrás de mí estaba una mujer.
No alcancé a notar ningún detalle en particular, ni rasgos, ni vestimenta, supe que era una mujer por la silueta, solo por eso.
Volví la vista al frente y continué caminando, di unos 20 pasos y volví a mirar de reojo, la mujer estaba a la misma distancia, me estaba siguiendo, avanzaba a la misma velocidad que yo lo hacía.
Pero algo en la mujer había cambiado, ahora si podía notar un par de rasgos en su rostro, era oscuro y creo que tenía cuernos.
Fue tal la impresión que me llevé, que casi se me corta la respiración, las piernas me temblaron un poco, pasé saliva y hasta sentí caliente la frente.
Me mantuve firme y continué mi camino, sabiendo que esa horrible cosa seguía detrás de mí, temiendo que en cualquier momento pudiera ser atacado.
Entonces otro sonido comenzó a sonar, era el cascabel de una serpiente, sonaba muy rápido y muy fuerte, me estaba aturdiendo.
Al cascabel se le sumaron un montón de lamentos, aullidos y otros sonidos inentendibles, hasta podía escuchar como si un río corriera bajo mis pies, creí que iba a enloquecer.
La mujer volvió a llamarme por mi nombre. ya no pude controlar aquella situación y decidí voltear, nunca he podido sacarme de la mente lo que vi al girarme.
Ahí estaba la mujer, con ropas celestes, cabello a los hombros, de estatura promedio, sus rasgos faciales eran inhumanos.
Sus ojos tenían una forma casi recta en la parte de arriba, su frente era prominente y sus pómulos abultados, tenía la barbilla puntiaguda.
Ella era muy delgada, demasiado diría yo, toda su piel era oscura con manchas más oscuras, así estaba en pies, brazos, cuello y cara.
Estaba descalza, sus dedos, de pies y manos estaban torcidos, atrofiados. Además, sus piernas y brazos parecían estar dislocados.
Era una criatura horrible, y si tuve la desgracia de alcanzar a ver tantos detalles fue porque el cielo estaba completamente despejado y la Luna brillaba con fuerza.
Los ojos de aquella cosa eran profundamente negros y su pupila brillaba, igualito que los ojos de un gato, o una serpiente.
Yo estaba petrificado, sentí como el tiempo se detuvo, esperé que el monstruo hiciera cualquier cosa, pero nada pasó, así que, sin retirar mi vista de la extraña mujer, empecé a dar pasos hacia atrás.
Cuando se me ocurría voltear un poco para cuidar de no tropezar con las rocas, aquella empezaba a avanzar, se detenía cuando volvía mi mirada hacia ella.
Seguí avanzando hasta que la perdí de vista, entonces me sentí seguro de girarme y empezar a correr, lo hice hasta llegar a la carretera.
No porté el uniforme ni un día más, me di de baja inmediatamente. Aquello había sido demasiado para mí.
El simple hecho de quitarle la vida a una persona es algo que te cambia por dentro, algo se rompe dentro de ti, yo ni siquiera recuerdo cuantas personas llegué a matar, criminales por supuesto, pero aun así eran personas, yo perdí la cuenta después de llegar a 100.
Pero en aquella ocasión, en la sierra de Zacatecas, 6 de los que iban conmigo eran mis amigos, y a todos los vi caer sin vida. Lo que pasó con la horrible mujer con rasgos de serpiente fue la gota que derramó el vaso.
Cuando me entrevisté con mi jefe me preguntó cuál había sido la causa de mi baja del ejército, y tuve que contarle esta historia de terror.
Al principio no me creyó, pero por suerte yo tenía suficiente experiencia como para quedarme con el trabajo. un día cualquiera, varios meses después el señor me pidió que le contara mi historia de terror a sus hijos, ahí fue que él por fin me creyó, porque repetí todo exactamente igual, palabra por palabra, tal como se lo había contado a él, que es justo lo que les acabo de relatar.





